¿Alguna vez os habéis sentado con un café caliente entre vuestras manos a escuchar una melodía de jazz?
Si, una de esas improvisaciones, que te dejan tan sumido en ti, donde eres capaz de rozar las melodías con las yemas de tus dedos...
Un momento que te envuelve. Y entonces comienzas otra vez a sentir.
¿Saltas? |
Sientes como todo cambia, una vez más. Porque es lo que tiene improvisar, que ocurre cuando menos te lo esperas, y en realidad es algo que llevas haciendo desde siempre, desde que vives.
Solemos improvisar, y a veces algunas cosas nos sorprenden a nosotros mismos. Porque todo ocurre cuando menos te lo esperas, y disfrutas cada instante como si fuera el último, viviendo el presente sin pensar en el futuro, ya que es el tiempo quien lo decide todo. Tal vez algunas cosas ocurran demasiado rápido y ni tu mismo te des cuenta de ellas hasta que suceden delante de tus narices, pero en ese momento eres quien decide, si seguir o no.
Solemos improvisar, y a veces algunas cosas nos sorprenden a nosotros mismos. Porque todo ocurre cuando menos te lo esperas, y disfrutas cada instante como si fuera el último, viviendo el presente sin pensar en el futuro, ya que es el tiempo quien lo decide todo. Tal vez algunas cosas ocurran demasiado rápido y ni tu mismo te des cuenta de ellas hasta que suceden delante de tus narices, pero en ese momento eres quien decide, si seguir o no.
Porque tal vez, por alguna vez, te vayan bien las cosas si eres capaz de sentir las notas de esa melodía que empieza a sonar.
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